martes, 20 de mayo de 2014

Búsqueda.


-Tarde, de nuevo tarde! Maldita sea no puedo creerlo como fue posible? Todo indicaba lo contrario- la aldea a la cual llego aquel sujeto estaba completamente destruida, se veía la brutalidad con la cual arrasaron con aquel lugar, el hedor era insoportable, el fuego ya se había extinguido, las bestias habían hecho su trajo devorando casi todo.  


 
 
 
 Investigando toda la aldea encontró a un moribundo. Se acercó a él, le dio un poco de vino para calmar su dolor y le pregunto -Donde puedo localizar a Seiren D’Adenium?-  pregunto al aldeano que yacía  en el suelo atravesado por una lanza -No sé- su voz se apagaba y se ahogaba en su propia sangre. -Lo último que vie fue…- el aldeano cerro sus ojos y vio cómo su alma se desprendía de su cuerpo  tirado en un charco de sangre, sintió una calidez que lo abrazaba y un brillo que lo encandilo más si lo deslumbró.

-Qué pasa? Dónde estoy? Por qué he vuelto?-  preguntaba confundido el aldeano. Se levantó tambaleándose llegando con dificulta al umbral de la puerta…no podía creer lo que veía, su pueblo devastado y algunos sobreviviente entre ellos su hijo. –Papaíto, papaíto al fin has despertado! – el chiquillo fue corriendo abrazar a su padre el cual no podía ver por las lágrimas que brotaban de sus ojos por la felicidad de ver a su hijo. –Timmy, que bueno verte hijo, deja verte, besarte y abrazarte, pero que haces aquí yo vi cómo te atravesó una flecha el pecho?- aquel hombre aun no entendía que estaba pasando. Timmy al ver que su padre estaba confundido le explico. – El Sr. del caballo blanco me dijo que  te recuperarías al igual que mamá- el hombre se exalto – Como tu madre está viva?- el niño llevo a su padre con su madre la cual aún se estaba recuperando – Ella aún no se despierta papaíto, ha pasado malas noches pero ya está mejor.-  El hombre le pregunto a su hijo por el sujeto del caballo blanco, el niño dijo que se había marchado hace dos días ya que necesitaba encontrar a una persona. Los dos caminaron por el pueblo devastado, ya no había cuerpos todos habían sido enterrados en el cementerio del pueblo con sus respectivo nombres, en todas las lapidas decía “Que los brazos de la Gran Madre los acoja”  –Papaíto el Sr. del caballo blanco, no puedo hacer más- el hombre estaba triste por su amigos y familiares pero feliz por estar con su familia.  

1 comentario:

Dungeon Master Jhering dijo...

Ya la habia leido. Pero no habia comentado. La verda mejiraste tu escritura y redaccion. Esa foto eres tu y uno de tus hijos verdad?