jueves, 7 de agosto de 2014

Tabien Bermin: 3ª parte

De hombres y monstruos

Cuando entramos a la pequeña torre el característico olor a vapores alquímicos se hizo evidente, sin embargo había algo mas, un aroma potente y amargo que se disfrazaba bajo la punzante acidez de la enclaustrada atmósfera del lugar, mis ojos se acostumbraron a la oscuridad lentamente y pronto el desorden del lugar nos dejó en claro que este hechicero también se nos había escapado antes de poderle ver siquiera.

Otra vez, Tabin, · dijo Golgothak a la par que golpeaba la pared y pateaba un cofre viejo y desvencijado · es el séptimo, ¿como saben?, ¿por que siempre saben?, ¿porque no vienen por nosotros?, ¡AARRRGGGGGHHHHHHH!

Golgothak nunca tuvo mucha paciencia, pero después de lo que había probado ser una serie interminable de fracasos tranquilizarlo y convencerlo de seguir intentando se volvía una tarea tan monumental como el mismo.

Después del grito de frustración y la cacofonía producida por su salvajismo seguir a hurtadillas no tenia ningún sentido y solo le pedí a Golgothak que no rompiera nada importante mientras yo revisaba los papeles que había en la planta baja.

¡Tabin!, ¡Tabin!, · gritó mientras corría escalera abajo con tal ímpetu que pensé que esta colapsaría sobre mi en ese momento · ¡aquí esta!, ¡esta muerto!, ¡lo mataron!

No se porque crees que lo mataron, · dije mas tarde frente al cadáver · bien pudo morir de causas naturales en su cama.

Pero...   ...¿y las cosas tiradas?, alguien estaba buscando algo y se lo llevó.

Tal vez fue después, tal vez solo fueron ladrones ordinarios.

Maldición, Tabin, ¿por qué no te puedes alegrar un poco?, es la PRIMERA vez que nos encontramos algo interesante, ¿aparte, quien diablos se mete a la torre de un hechicero a robar?, ¡por favor!

Bueno, pues nosotros para empezar, pero si, tienes razón, tal vez deba relajarme un poco y ver si encontramos algo nuevo ahora que por lo menos hay un cadáver presente.

El resto del día transcurrió sin mayores percances, Golgothak me ayudo a apilar las cosas mientras yo las revisé una por una hasta que cayó la noche y comenzamos a quemar muebles y papeles inutiles para hacer una fogata dentro de la torre que se enfriaba mas conforme las sombras alargaban sus brazos hacia la noche ineludible. Hacia ya un par de años que nos habíamos embarcado en esta misión de justicia, o venganza que no es sino otra expresión del mismo sentimiento, y como muchas otras noches terminamos remembrando en torno a la hoguera el dolor que Segeaus había provocado en nuestras vidas en algún punto u otro, al final toqué unas tranquilas melodías para honrar las voces de los muertos y lavar nuestra tristeza, dormimos.

El día siguiente estuvo lleno de sorpresas, la primera de las cuales llego a través de la salvaje costumbre de Golgothak por desollar los cuerpos de sus enemigos y transformar la piel en pequeños muñecos que cargaba como trofeos en su saco, en retrospectiva me parece absurdo que se hubiera propuesto desollar a Argentys siendo que ya estaba muerto cuando llegamos pero jamas me atreví a mencionarlo porque de otro modo nunca hubiéramos visto el pergamino que detallaba el acceso a la bóveda secreta de la torre.

La bóveda tenia el tamaño, y aparentemente la función también, de un estudio pequeño, en ella había una robusta mesa roja llena de notas y libros viejos, y sobre ellos, abierto de par en par, el diario de Argentys; era claro por las manchas que lo acompañaban que la ultima entrada se interrumpió abruptamente, pero, ¿por quien?

El día parecía tener buena cara y la posición de la torre la hacia tácticamente conveniente para guarecerse así que decidimos quedarnos a examinar con mas detenimiento la evidencia que recién habíamos encontrado, Argentys había tenido el don de las palabras y su diario era un placer a los ojos, sin embargo esa mañana nos interrumpieron demasiado pronto como para decir que tuve un avance significativo en la búsqueda de Segeaus.

Era un joven humano, supe mas adelante que se acercó cargando un báculo y caminando descuidado, Golgothak lo había visto venir en lontananza y montó unas sencillas trampas para atraparlo al llegar, yo no me enteré de nada hasta que frente a mi cayo un atado de colchas y mantas que se retorcía sin parar, el sonido de gritos histéricos amortiguado por una mordaza escapando aleatoriamente y un olor a orines que era consistente con la mancha que se extendía lentamente en el tejido.

¿Que ching..., ¡hombre!, ¿que tienes en la... · me detuve, Golgothak tenia una sonrisa en su duro rostro, algo muy poco habitual, era claro que no solo no había amenaza sino que ademas era, desde su perspectiva al menos, algo por lo que deberíamos estar felices · ¿que es esto?

Era uno de los discípulos de Argentys, su nombre era Deacaba y después de liberarlo se rehusó a compartir información sobre su maestro a pesar de la violenta insistencia de Golgothak, su animo de resistir se vio un poco afectado cuando le informé que Argentys ya estaba muerto pero no fue sino hasta que le comenté en el mas casual de los tonos que tenia el diario que se rindió completamente, las siguientes horas fueron un lastimero espectáculo de traición y cobardía, nos informo que Segeaus había invertido los últimos diez años reclutando hechiceros poderosos y moralmente flexibles pero que el ultimo par de años unos cazadores de hechiceros habían cazado y asesinado selectivamente a sus demás alumnos, Argentys siendo el ultimo de ellos se había vuelto muy paranoico últimamente al parecer.

Me tomo algo de tiempo entender que pasaba, ¿los cazadores de hechiceros?, ¿los demás alumnos?, el miedo de en los ojos de Deacaba, ¿nosotros?, ¡ja!, ¿nosotros eramos los cazadores de hechiceros?, no lo podía creer, le dije discretamente a Golgothak lo que pensaba y se partió en carcajadas a tal grado que tuvo que salir de la bóveda, esto probo ser una útil herramienta para alterar a Deacaba que se retorcía en su silla gritando que por favor no le hicieran nada, jurando que ya había dicho todo lo que sabia, preguntando por la risa y dirección de Golgothak, era seguro que en su mente el regresaría con una hoz gigante gigante y le cortaría el cuello como un ángel vengador desquiciado, pero eso no fue lo que paso, en su lugar me puse a leer el diario esa tarde mientras el se terminaba la dotación de energía que tenia para retorcerse acompañado de una mordaza.

Antes que anocheciera dos verdades se habían revelado de entre las lineas del diario, la primera era que Argentys no creía que hubieran sido los "cazadores de hechiceros" los que habían desaparecido a sus compañeros discípulos transmutadores y la segunda era que tenia una relación carnal con su estudiante Deacaba. Hablé con Golgothak y le dije que usaría la información para terminar de romper a nuestro rehén y que partiríamos en la mañana para que no se arruinara el mito de los cazadores de hechiceros, sería mejor si no nos viera nadie por aquí, Golgothak asintió y dijo que el se encargaría de limpiar.

La conversación con Deacaba no duro mucho, era claro que la opinión publica era muy importante para el así que se apresuro a decirme lo poco que se había callado con la esperanza de que la evidencia fuera destruida, explicó que Segeaus estaba entrenando muchos magos a lo largo y ancho del continente y, por lo que Deacaba extrapolaba de las confesiones de alcoba de Argentys, se disponía extender este rango mucho mas usando como centro de operaciones la Ciudad Portuaria, un importante centro de viaje y comercio de la región.

Mas tarde Golgothak salio con los cuerpos de Argentys y Deacaba cargados al hombro, me sentí aliviado de que este ultimo aun tuviera su pellejo sobre la carne y me mofé internamente de lo irónico que era que hubiera desollado a Argentys que ya estaba muerto cuando llegamos pero no a Deacaba que de hecho si había muerto a sus manos, asumí que iría a tirarlos por los peñascos y comencé a preparar una sopa bien condimentada, si se podía decir algo sobre Argentys era que tenia una excelente alacena; la sopa termino de hervir pero Golgothak no regresaba así que salí esperando que algo estúpido como una siesta lo hubiera distraído de la cena, conforme me acerque a los peñascos un repetitivo y perturbador sonido se acentuaba mas y mas, la conocida cadencia, pero a pesar de lo evidente que me resulta hoy en mi memoria, en esa época tuve que verlo para entenderlo, era Deacaba, estaba vivo  y siendo salvajemente violado por Golgothak.

La escena era perturbantemente estremecedora, la descomunal fuerza de los Goliaths me resultaba familiar, sin mencionar la aspereza de su rugosa piel, pero ahora que lo veía de primera mano destruyendo a ese muchacho enclenque no pude evitar sentir un escalofrió de terror recorriéndome la espalda. Deacaba parecía un muñeco de trapo manchado de moratones donde Golgothak lo sostenía, rebotaba sin mayor resistencia contra la dura pelvis de Golgothak que fácilmente podría haber sido uno de los peñascos de alrededor, las lagrimas no dejaban de manar de sus ojos que no parecían ver en ninguna dirección y su boca estaba abierta de par en par como si un grito buscara escapar de su garganta pero el único sonido sonido que se producía apenas podía ser llamado gemido, sus muslos estaban machados del oscuro color de la sangre cuando la ilumina el fuego de una antorcha y sus pies colgaban en el aire moviéndose como péndulos simétricos, conforme lo gemidos se convirtieron en convulsiones de dolor y en lugar de sonido comenzó a manar espumosa saliva de su boca dejé de poder ver mas y regresé a la torre, no cené y me escondí dentro de mi cuerda esa noche.

En la mañana Golgothak vino a convencerme de no temerle, hice como que no tenía idea de lo que hablaba pero la charada no tenia ni sentido ni posibilidades de funcionar, Golgothak me había visto cuando me retiraba en la noche y de cualquier modo yo difícilmente podía verlo a los ojos, la conversación fue incomoda y termino cuando me explicó que sus practicas sexuales habituales no solían incluir la destrucción física y mental de individuos, aunque aclaró decididamente que si solían incluir hombres, dijo que lo que yo había visto era menos sexo y mas una forma de humillación ritual.

Es igual que los muñecos, Tabin. · dijo finalmente como justificando todo, porque, claro, en su mente era de lo mas ordinario tener viejos enemigos como muñecos en una bolsa.

¿De verdad?, ¿estas comparando lo que le hiciste a ese miserable muchacho con tus malditos muñecos?, ¡por favor! · le grite casi histérico ante lo absurdo del concepto que me proponía · puedes llamarle como quieras, y no me podría importar menos que chingados quieras cogerte, pero no p...

¡Ya dije te que ASÍ NO COJO! · fue lo ultimo que le escuche gritar antes de perder el conocimiento por un revés de la columna que tenia por brazo.

No partimos esa día, para cuando recupere la conciencia en la tarde los dos estábamos demasiado alterados y alienados como para emprender el camino así que optamos, como hacen todos los que son socialmente torpes y no tienen nada que decirse, por embriagarnos para limar asperezas "tácitamente", cuando nos dimos cuenta que no estaba funcionando decidimos que aun si no pudiéramos regresar a términos mas amenos entre nosotros por lo menos podíamos prometernos no abandonar la cacería de Segeaus, lo hicimos y emprendimos marcha el día siguiente a primera hora.

El silencio era ensordecedor y cansado de llevarse, la resaca desgarradora y dolorosa hasta el pensamiento, y a pesar de ello me di cuenta, antes de que el sol terminara de mostrarse en el firmamento, que una sonrisa se dibujaba apenas en la comisura de mis labios, una expresión que se reflejaba en el rostro de Golgothak y que me hizo darme cuenta de que por primera vez en medio siglo de hecho estaba avanzando hacia Segeaus, que por salvaje que fuera mi acompañante podía tener la certeza de que su furia se utilizaría aun mas viciosamente contra nuestro objetivo que como se uso contra el pobre Deacaba, por primera vez en medio siglo sentí la tranquilidad de saber que se tiene un compañero que anhela lo mismo que uno a pesar de las diferencias.

Tabin Bermin: 2ª parte

Sueño interrumpido

Estas engordando mucho, Tabin, si sigues así me voy a buscar otro pequeñín.

Era cierto, los dioses habían sido extremadamente benignos conmigo esos últimos años, aposentos seguros, trabajo agradable, comida abundante y Amariel había aparecido en mi vida, desde su llegada el sótano que rentaba a cambio de interpretaciones musicales había ganado una sinfonía de aromas, unos días frutillas frescas, otros jugosas carnes y los mejores días solo el sensual aroma de su voluptuoso cuerpo. Pensé decirle que era su culpa por hacer comida tan sabrosa como ella pero eso solo nos llevaría a una discusión sin sentido y preferí acariciar ligeramente su entrepierna desde el sillón en el que languidecía por inhalar vapores de Mordayn.

¡Ya!,· dijo en tono juguetón · o se va a quemar la jalea de nuevo.

Entre su sensualidad que despertaba los mas eróticos de mis deseos y el efecto del Mordayn que confundía mis pensamientos la idea de la jalea y el fuego solo consiguió exaltar mis lascivas intenciones, en un instante mi mente recorría su suave y lozana piel morena, cada paso que daba sus pechos siempre erectos, los primeros que vi con esa característica tan estimuladora, se estremecían cautivando mi atención. Amaba su comida solo un poco menos que su sonrisa, y efectivamente se notaba en mis cachetes, pero era observarla cocinar lo que me enloquecía realmente; en el sótano todo estaba diseñado a mi medida de modo que ella tenia que usar ángulos muy poco ortodoxos pero ridículamente impúdicos para preparar los alimentos, cosa que ella aprovechaba para desquiciarme un poco cada día.

Me levante lentamente y como un criminal ocultándose de oídos delatores me acerque hasta que sus caderas se encontraron frente a mi, perfectamente delineadas por las llamas detrás de ella, el resto de la noche alterne entre el delicioso néctar que manaba de su cuerpo y la jalea que terminó de reducirse a fuego lento antes de que cayéramos rendidos en las colchas que tendíamos a modo de cama.

Ten, · dijo, mientras sacaba una pequeña caja de su bolsa ·hoy te conviertes en un adulto según los tuyos ¿no?

No lo podía creer, era cierto, cuarenta años justo esa noche. Después de vivir mucho tiempo entre humanos había olvidado lo larga que iba a ser mi vida, debo admitir que incluso olvidé lo larga que había sido hasta entonces.

Como muchos foráneos, cuando llegue a la ciudad fui estafado brutalmente, apenas conserve la flauta de mi hermano y por necesidad mas que por deseo comencé a tocarla en las calles, no morí de hambre pero mi deseo de venganza se vio rápidamente eclipsado por el deseo de un techo para no sentir la fría lluvia, mi hambre por la verdad sobre la magia de Escalion se convirtió en el hambre genuina de quien depende de la buena voluntad de los extraños, en la ciudades la comida no sobra y pronto uno se vuelve solo un engrane mas de la gran maquinaria social, todo por un poco de pan y agua.

¿Estas bien?· preguntó

Si,· contesté · yo solo... no... había pensado en mi gente hacia mucho tiempo.

Perdón, no quería... quería que sonrieras · susurro en mi oído mientras me sedaba con un infinito desfile de besos en el cuello.

Cuando desperté la mañana siguiente ella ya había salido y la jalea me esperaba sobre la mesa con unas piezas de pan, al lado del plato estaba la pequeña caja que en mi letargo ni siquiera tuve la decencia de abrir la noche anterior. Dentro había dos piezas de papel, la primera que tome era una nota escrita por ella, era breve y decía:

Tabin:
me encantas, sin embargo cuando me enamore de ti
tenias una pasión descontrolada por la verdad y la magia,
NO QUIERO que regreses a tu búsqueda suicida de Segeaus
pero ya solo te la pasas tocando por las tardes
y aspirando por las noches, te extraño,
regresa a mi por favor
Amadriel

La segunda era una ficha de la biblioteca del Colegio de Hechiceros, "Sobre el cambio y la vida" por Theon Malloy Escalion, se leía en ella.

Estuve pensando mucho sobre las implicaciones de la carta y el libro, listo con un millón de respuestas y evasivas al cambio de paradigma en mi vida pero cuando llego la hora de comer Amadriel no llegó a casa, a veces pasaba esto y generalmente optaba por llevarle algo de comer al Colegio donde ella aprovechaba para preguntarme frente a sus compañeros sobre la ilusión y la verdad, dos temas que se dan naturalmente entre mi gente, al principio de la relación temí que solo me usara por eso pero pronto descubrí que su pasión por el ilusionismo era tan genuina como su pasión por mi, ademas hacia ya un par de años que sus ilusiones eran por mucho mas refinadas que los trucos baratos que yo era capaz de producir por ese entonces.

Ese día, sin embargo, fue diferente, cuando llegué al colegio sus compañeros no estaban acompañándola y conforme camine por los pasillos y se fueron cruzando en mi camino sus miradas me dijeron que algo estaba pasando, acelere el paso nervioso y cuando encontré el cubículo de estudio en el que ella se encontraba habia otro gnomo que nunca había visto en mi vida, el pequeño cántaro con aguamiel que llevaba en la mano cayo al piso pero lo que escuché romperse fue mi corazón que se retorcía en mi pecho ante la incertidumbre de la escena que se presentaba ante mi.

Tienes razón, · dijo el gnomo jocosamente · al menos en la parte del Mordayn.

Intente esgrimir un ingenioso comentario pero, ademas de nunca haber tenido el don, el nudo en mi garganta y la debilidad de mi mandíbula no me permitieron sino balbucear unos incoherentes sonidos que harían avergonzar hasta a un niño de brazos.

El gnomo que claramente no tenia mucha paciencia levanto las piezas del cántaro, lo reparó, recogió el licor derramado y lo purifico para servirlo en tres copas invisibles, y todo con unos sencillos movimientos, si me sentía aterrado ante la idea de haber perdido a Amadriel a otro amante la gracia y poder que ostentaba mi competidor me devasto, debe haberme leído la cabeza porque inmediatamente me dijo · Sé lo que estas pensando, pero no te preocupes, me parece risible que estés interesado en esta humana.

En ese momento dos sentimientos chocaron en mi cabeza, primero el alivio por algo que resulto ser nada mas que la proyección de mis inseguridades y después la ofensa que se había realizado contra alguien pero no podía decidir si ese alguien era yo o Amadriel, en cualquier caso no tuve tiempo de hacer nada al respecto, antes de que mi cabeza terminara de determinar que demonios estaba ocurriendo en ese cuarto el gnomo se presento a si mismo.

Soy Arumdalerf Jefe del Departamento de Transmutación y me dijeron · dijo mientras implicaba con sus gestos que había sido Amadriel quien se lo había hecho saber · que estabas buscando saber sobre la magia de Escalion, ¿por que?

Me pregunté que tanto mas le habría contado Amariel y decidí que no tenía sentido ocultar lo que probablemente ya sabia así que por tercera vez en los últimos 31 años procedí a narrar la historia del final de la Compañía de Bardos Nómadas del Este, la muerte de mi familia y la venganza de Segeaus, cuando mencione por primera vez ese nombre el semblante de Arumdalerf cambio radicalmente.

¿Segeaus?, no te creo, estas mintiendo.

No tengo ninguna razón para mentirte · le contesté iracundo · ¿crees que me gusta inventar historias sobre la muerte de mi familia por diversión?

Me pare impetuosamente y me dirigí a la salida, pero antes de dar dos pasos a la puerta se transformó instantáneamente en un muro sólido de piedra, cuando voltee a verlo me dijo · tienes la mente muy nublada muchacho, necesitas tranquilizarte, necesitas limpiarte de esa porquería que estas consumiendo, ¿como sino podré enseñarte los secretos de la transmutación?, ¿o no es cierto que deseas conocerlos?

Ese día me desperté del sopor en el que me había hundido durante los últimos años, ese día recordé el dolor de la memoria que resurgía de las tinieblas del Mordayn, pero eso no fue nada comparado con el dolor del adicto que deja de aspirar, con la locura de la mente que anhela un respiro mas del placer desmesurado que se obtiene al esconderse de la realidad.

Ese cubículo fue mi prisión durante muchos meses, y durante cada uno de ellos el amor intenso de Amadriel me acompaño día y noche, por cada grito de dolor un susurro de tranquilidad en mi oído, por cada ataque contra mi carcelera una caricia de mi amante, entendí el increíble amor que me tenia y conforme mi mente se reconstruyo de sus pedazos decidí que estaría con ella hasta el momento de su muerte, que la ayudaría cada día a ser la mejor ilusionista que el mundo conociera, que estudiaría a su lado hasta que se terminara la corta vida que los miserable dioses habían dado a su gente.

Veintiocho años después, en el mismo sótano en el que comenzamos nuestra relación, ella murió entre mis brazos, le había prometido no llorar su muerte, le había prometido recordar solo nuestra felicidad, pero cuando el hechizo con el que disfrazaba su edad se desvaneció y las arrugas adornaron su bello rostro me di cuenta que su belleza no había mermado en lo absoluto y el dolor de no haber visto su verdadera forma en sus últimos años me destrozo el alma, mis ojos se tornaron contra el techo intentando detener mis lagrimas pero el dolor se llevo la victoria esa noche y sus labios tersos se humedecieron con el sufrimiento que se deslizaba por mis mejillas.

No permanecí mucho mas tiempo en la ciudad, los recuerdos eran interminables martirios y estaba constantemente rodeado de ellos, las lecciones de Arumdalerf se habían terminado hacía ya algunos años y lo que seguía, me dijo, era buscar la Biblioteca Perdida de Escalion, ahí estará la verdad que busco, y probablemente, ahí estará Segeaus también, pues solo así pudo haber accedido a sus hechizos.

Cuando me fui a despedir de el sus ultimas palabras fueron · Cuando lo encuentres, asegúrate que sepa lo decepcionado que estoy de el antes de arrebatarle la vida.

Tabin Bermin: 1ª parte

Finales y principios

No todos los viajeros son amigos · le contesté, pero era claro que el incomodo ?compañero? de viaje no dejaría de importunarme con sus preguntas, como un perro hambriento royendo un hueso en busca un poco de carne. Apilándose cual escudos rotos en una plaza de justas, mis negativas probaron ser enteramente ineficaces contra sus implacables intentos de conversación, hasta que su voz se unió al agudo sonido con el que el hambre se esforzaba en destruir mi mente, no pude mas, el ruido se volvió insoportable y perdí el control.

¡Basta!, · grité · ¿no ves que no me interesa?

Antes que las palabras terminaran de pronunciarse supe que había errado la decisión, que no debí perder la compostura ante un desconocido cuya terquedad rayaba en la sinrazón, pero era muy tarde ya, solo quedaba ver la respuesta en su rostro.

Discúlpeme, · dijo cortesmente y aun con esa inmutable sonrisa en su rostro · no creí importunarlo tanto, mi única intención era...
¡Pum!, un golpe ensordecedor se dejo sentir a través del carruaje y en un instante su bolso se encontraba en el piso, sangrando vino como un animal herido a la par que unos extraños, pero evidentemente frescos, frutos rodaban fuera del mismo. Mi rostro debe haberme traicionado pues mi interlocutor, si se puede llamar a lo que tuvimos una conversación, me ofreció con presteza una fruta que recogió del piso y una pieza de pan que sacó del bolso al levantarlo, lo tomé como poseído y antes de espetar un agradecimiento entre bocados me encontraba triturando la mitad del fruto entre mis dientes.

Tranquilo, pequeño amigo, · dijo burlonamente · hay mas de donde vino eso, no seria propio de un viajero morir antes de llegar a su destino.
No podré decir jamas si fue por agradecimiento o simplemente producto de la satisfacción de tener algo en el estomago, pero el resto del viaje se torno mucho mas ameno rápidamente, aprendí tras unos breves intercambios que Tnembla, un nombre sobre el que me arrepiento de no haber indagado mas,también se dirigía a la ciudad en busca de entrenamiento arcano y asumí inocentemente, como hacen las personas en su juventud, que esto significaba que tendríamos tiempo de conocernos mejor.

La conversación se prolongo de copa en copa y de hora en hora hasta que cayo la noche y entonces, como un magnánimo mecenas, nos procuro de su bolsa, que no parecía tener fondo,otras piezas de pan que acompañamos con un amargo pero agradable licor, cuando terminamos de cenar me ofreció unas piezas de pan para guardar y sintiéndome mas en confianza las metí descuidadamente en el saco que cargaba conmigo; en parte por la torpeza que con su magia el licor había conseguido incrustar sobre mis dedos pero principalmente por que el saco estaba mas lleno que la corte de un rey los días posteriores a su muerte, mi flauta cayo sobre el piso manchándose de rojo con el vino que se había derramado algunas horas antes.

¡Excelente!, un compañero interprete · dijo Tnembla alegre mientras comenzaba a golpear rítmicamente el piso del carruaje.

¡No!, no creo que se pudiera tocar esta basura aunque quisiera, · dije recogiendo raudo la flauta y guardándola en el saco · hace veintitrés años que no se toca.
Veintitrés años suena misteriosamente preciso, · dijo · ¿será que puedas decirme de que va la historia que te llevo a cargar una flauta que no tocas?, parece la herramienta de un verdadero maestro.

Bueno,· le dije · que mas da, ha pasado mucho tiempo desde la ultima vez que le conté a alguien sobre mi pasado.
Gracias · dijo mientras preparaba su pipa para escuchar mi historia.

Cuando cumplí quince años · comencé diciéndole · hice dos cosas: fui a visitar los restos de mi hermano gemelo y me separe de mi familia para siempre.

Visitar los restos de mi hermano fue lo menos trágico. A esa altura de mi vida ya se había vuelto una costumbre para mi, una tradición mas de la compañía de bardos nómadas en la que nací, ¡y vaya que tenían tradiciones!, pero de todas, cargar los restos pulverizados de nuestros familiares en la carreta fantasmal, como solíamos llamarla los jóvenes, era la mas desagradable.

La urna de mi hermano no sobresalía de ningún modo de entre las demás y si conseguí ubicarla rápidamente fue simplemente por costumbre, las palabras que adornaban la urna seguían igual que siempre, lacónicas pero verdaderas, en retrospectiva me hiere que todo el potencial de vida de un individuo se haya reducido a seis palabras: "Færacallad, Querido hijo y Amado hermano". No toleraba estar ahí, nunca lo hice, los recuerdos eran demasiado crudos.

Odiaba que su muerte fuera tan intempestiva, que en un minuto haya estado jugando conmigo en la tierra y apenas un minuto después estuviera tirado en el piso, revolcándose con un perno atravesándole la cabeza, la sangre recorriendo los canales de la pequeña ciudadela que habíamos construido con el lodo y su mirada clavada en mi mientras se perdía en un lugar al que ni siquiera puedo saber si llegaré un día. Detestaba que sus ultimas palabras hayan sido "Færecallad, ¿sabes donde quedó el pico?"

No dure mucho tiempo dentro de la carreta fantasmal, me limite a repetir las oraciones acostumbradas en voz alta como se me enseño y partí sin mirar atrás, desconsiderado de la memoria de quien fuera mi mas cercano amigo en algún tiempo e inconsciente de la tragedia que se cernía sobre nosotros.


¿Como?,· preguntó Tnembla ·interrumpiendo el relato · un perno, ¿los atacaron?, los pernos no andan por ahí volando nada mas.
Si,· le dije · no lo hacen. El perno lo lanzo un miembro de la compañía, Segeaus, y todo fue, según dijo: "un terrible accidente", "solo practicaba un hechizo"

Mi padre era influyente en la compañía, · continué · y aunque entonces no comprendía bien que pasaba tras bambalinas con el tiempo fue claro que el exilio fue un parteaguas en la comunidad, no fue el exilio mismo el problema, sino las condiciones en las que ocurrieron, Segeaus no era un miembro problemático, si cualquier cosa la opinión general era muy favorecedora para el, pero la muerte de un infante siempre enardece a las masas y aprovechándose de esto mi familia se aseguró que fuera despojado de todo y dejado a su suerte en el bosque por el que transitábamos a sabiendas de que estaba infestado de gigantes.

Siete años pasaron desde ese día y la tarde de mi cumpleaños numero quince Segeaus regresó para darnos la mas despiadada lección de misericordia que jamas se pudo imaginar, yo estaba con Herlskor, un anciano muy versado en las artes arcanas con el solía gastar mi tiempo por las tardes, aprendía de el encantadoras melodías mientras me contaba historias de hechiceros y otras tonterías, pero esa tarde no había melodías, era mi cumpleaños finalmente y Herlskor se dedicó simplemente a mostrarme como preparaba el espectáculo que se daría en la noche para festejarme.

Al llegar el ocaso, todo se fue al diablo, súbitamente una voz estridente y que no parecía tener origen en ningún lugar invadió el campamento, "Vel Karch!" fueron las palabras que resonaron en los oídos de todos nosotros, salimos corriendo de la tienda y sobre la fogata levitaba Segeaus, desnudo como lo dejaron en el bosque años atrás y con el rostro desencajado por el poder o la locura, o quizás las dos, Herlskor no titubeó ni un instante y me hechizó para protegerme, en un momento estaba petrificado y unos segundos después deje de poder ver mi propio cuerpo y fue entonces cuando comencé a ver lo que ocurría a mi alrededor, los gritos, la sangre, el absurdo, el campamento entero se levantaba contra sus habitantes, las carretas y las harpas por igual, todos los objetos que diariamente usábamos para diversión y sustento cobraron vida y como dominadas por la ira ciega de quien ha sido ofendido de modos que no puede siquiera comprender atacaron, al unisono y sin piedad alguna.

Algunos miembros de la compañía intentaron en vano desencantar los objetos y uno por un fueron sucumbiendo ante los embistes incesantes de las feroces aberraciones, antes de mucho los gritos apagaron y la que fue antes una cacofonía de lamentos y sollozos se convirtió en la lúgubre balada de la desesperanza, padres intentando rescatar a sus hijos y amantes siendo destrozados de las piernas mientras se entrelazaban por ultima vez con sus brazos.

La impotencia me destruía por dentro, mi inmovilidad me condenaba a observar todo, cuando estas petrificado no se pueden cerrar los ojos, y entonces con su ultimo aliento el único que sabia sobre mi se acerco y dijo: "esta es magia de Escalion, Færecallad, recuérdalo, solo así podrás vengarn...", ¡chomp!, su cabeza termino dentro de un cofre de un golpe y su cuerpo cayo rociando mi rostro de sangre y tiñendo mi visión de rojo carmesí.
Cuando todo termino y mi cuerpo regreso a ser victima de su propio peso, caí de rodillas, nunca sentí tal debilidad, la sangre seca sobre mi rostro se cuarteo cuando el ardor de mis ojos llenos de sangre me obligo a llorar como un niño de brazos, todo estaba perdido, solo estaba yo, dejando que el dolor se convirtiera en ira, la tristeza en venganza, como una enredadera asfixiando el árbol que le permitió crecer estos sentimientos me doblaron hasta que revolcándome en el piso entendí lo que ocurría, estaba muriendo, esa noche estaba muriendo Færecallad, esa noche en la que recibiría mi siguiente nombre estaba perdiendo el primero, se escapaba de mi como todos y todo lo demás, solo quedo el vacío de la vida que no fue.
La mañana siguiente solo estaba Tabin, Færecallad no sería mas, el aprendiz de bardo que no pudo salvar a su familia era solo una caricatura en mi memoria, ese día comencé a buscar la magia de Escalion, ese día mi hermano gemelo renació de sus cenizas, su nuevo nombre es Venganza.

El resto del viaje el silencio reino entre nosotros.